Hey Jude y el Fandanguillo de Almería.

Dice Federico Soria:

Lo que sigue es una explicación esquemática de la tesis que sostengo acerca de que el Fandanguillo de Almería se puede considerar la fuente de inspiración del motivo principal de la canción de Los Beatles, Hey Jude.

En febrero de 2006, el periódico El Mundo, edición de Almería, publicó un artículo titulado ‘Hey Jude… Lennon y Almería’, en el que se aludía a una leyenda según la cual esa canción de Lennon y McCartney es un plagio del tema principal del “Fandanguillo de Almería”.
La supuesta leyenda tiene, a mi entender, su origen en un artículo que escribí hace unos quince años y que fue publicado en un periódico de Almería (Si no recuerdo mal, en el ya desaparecido ‘La Crónica’ e iba firmado con el seudónimo “Oficleido”). En él describía los hechos que ocurrieron al final de un concierto que un cuarteto de cuerdas daba en la sala de Unicaja. Como “propina”, el cuarteto interpretó una obra cuya melodía se correspondía con una canción popular muy conocida por todos, lo que dio lugar a que la sala se llenase de murmullos y cuchicheos generalizados durante unos segundos nada más empezar a sonar. Y es que la mayoría de los presentes –al menos todos aquellos con los que yo hablé- identificaron esa ‘propina’ con Hey Jude, mientras que algunos (no sé si alguien más que yo) lo hicimos con el Fandanguillo de Almería.
Al final, ya en la calle, comento con otros asistentes el ‘detalle’ que habían tenido los músicos al tomarse la molestia de hacer un arreglo para cuarteto de cuerdas de la partitura original de Gaspar Vivas y tocarla esa noche aquí, en Almería. Mi sorprendente comentario dio lugar a que todos creyeran que estaba de broma, pero yo insistía en mi apreciación, hasta que finalmente me aclararon que lo que habían tocado era una canción de los Beatles. Y tenían razón. Así que ahora el sorprendido era yo.

El caso es que identificar el Fandanguillo en lugar de Hey Jude sólo podía haberle ocurrido a alguien que no conociera las canciones de los Beatles, como era el caso. Tal situación propició mi idea de que el tema de la segunda canción provenía de la primera. Hice una sencilla búsqueda en diferentes medios de comunicación, encontré en ellos los datos y fechas de la estancia de John Lennon en Almería durante los años sesenta y de ahí deduje que mi suposición podría convertirse en certeza.

No es raro que algunos temas de obras de un autor sean tomados de otras músicas anteriores e, incluso, que copie literalmente compases enteros. Es una práctica muy común y totalmente lícita si se limita a unos pocos compases o se hace como un homenaje. En la historia de la música hay ejemplos a miles. Cito un par de muestras: El tercer movimiento de la Sinfonía Nº 3, de Mahler, es una parodia (en modo menor) de la conocidísima canción popular “Frere Jacques”. El otro ejemplo se encuentra en el movimiento final (Adagio) de la Sonata para viola y piano, de Shostakovich (su última composición); en él se reconoce por completo, aunque desfigurado, al primer movimiento de la también muy conocida Sonata ‘Claro de luna’, de Beethoven.
Esta práctica tiene su fundamento en que el espíritu de cada época (vale decir: el estilo, la moda o lo esencial de cada época) influye en la siguiente por medio de un ‘afilado viento’ que sopla a través de todas las cosas, inventos y descubrimientos. Dicho ‘estilo de época’ se impone a lo largo de un determinado tiempo, durante el que domina y deja huellas en todo lo que se hace, se piensa y se escribe. Por tanto, el dominio y la influencia también se perciben en el arte en general y por supuesto, también en la música. Para decirlo en pocas palabras: nada nace de la nada.

Con este escrito espero demostrar que Hey Jude, una canción de los Beatles, está bañada de tal manera por el “espíritu” del Fandanguillo de Almería que cualquiera que conozca esta obra desde hace tiempo, sea o no almeriense, y que escuchara Hey Jude por primera vez, diría de inmediato que lo que está escuchando es el Fandanguillo. Pero voy más lejos: El Hey Jude que conocemos no existiría si no hubiese existido antes el Fandanguillo de Almería. Por supuesto, habría una canción con el mismo título y puede que con el mismo texto, pero no con la misma música o al menos no con el mismo tema principal.

No se trata de un plagio en sentido estricto y legalmente tipificado, pero no es difícil imaginar que Lennon probablemente le silbó o tarareó a McCartney el tema que escuchaba a diario desde el reloj del ayuntamiento de Almería y desde otro que había en el barrio de La Cañada, lugar donde estaba la casa que habitó durante seis semanas del verano de 1966. Esta escucha repetida, le incitaría a preguntar a otros el qué y el por qué de aquella música que lo despertaba cada mañana. Es de suponer que Lennon se fue de Almería con el sonsonete del fandanguillo revoloteando en su cabeza, y que, una vez en su tierra, se la diera a conocer a sus amigos músicos (George Martin, Paul McCartney y otros) ya sea silbándola, tarareándola, enseñando la partitura o una grabación en disco o cinta. (En esos años existía una buena grabación hecha por la Argentinita, fallecida en 1945, que canta y baila con taconeo, castañuelas y acompañamiento de orquesta). En definitiva, la perspicacia y curiosidad de Lennon probablemente ‘le avisó’ de que no podía dejar escapar un tema tan pegadizo y que -después de seis semanas de escucha diaria- ya formaba parte de su acervo cultural musical. El Fandanguillo de Almería se había apoderado de un rincón de su cerebro y estaba pidiendo ser utilizado.

Veamos ahora la parte musical propiamente dicha. Mis conocimientos de teoría y práctica musical, unidos a un cierto atrevimiento, me impulsan a poner en conocimiento del musicófilo en general y del almeriense en particular, mis conclusiones de tipo musical en este asunto.
Tomando las partituras de ambas obras, fijémonos sobre todo en los compases que siguen a la introducción del Fandanguillo, los números 10 a 18. A continuación, considerar los compases 2 a 8 de Hey Jude. Ambos grupos son casi idénticos. Las repeticiones de frases y periodos musicales (entre dos y cuatro veces, dependiendo de la grabación que se escuche) afianzan y van reforzando esa atracción entre las dos composiciones, hasta que quedan fundidas en una.

Como ejemplos se adjuntan pentagramas de los compases más afines entre ambas obras, así como un archivo sonoro ('mix' en mp3) que, si tiene sus altavoces encendidos, estará escuchando en este momento. La mezcla es un 'mix' en MP3 realizado por nuestro contertulio Francisco Mercader, a quien agradezco su importantísima colaboración.

Aquí se pueden ver las partituras completas para consulta de los interesados. La del fandanguillo ha sido copiada "de oídas" al escuchar la grabación de la Argentinita que está en este foro. La de Hey Jude está disponible en varios sitios de la red.

Se podrían encontrar más compases, pero las semejanzas nota a nota no serían tan evidentes como las señaladas. Ya se ha dicho que lo importante y lo que más llama la atención es que el autor de Hey Jude ha logrado recrear el ‘espíritu’ o estilo melódico del fandanguillo, una labor encomiable por la habilidad y el sentido del estilo de la música que ha demostrado poseer.
Pero si se quieren encontrar aspectos concretos en esta semejanza, he aquí algunos (referidos siempre a la melodía, no a la armonía):
1. Misma tonalidad de Fa mayor en ambas obras.
2. En las dos hay un fuerte predominio de corcheas sobre el resto de tipos de notas.
3. En cuanto al ámbito en el que se mueve la melodía, ésta discurre siempre dentro o muy cerca de las cinco líneas del pentagrama. En el fandanguillo se sobrepasan las cinco líneas sólo en seis compases de los 85 que hay en la partitura original de Gaspar Vivas. En Hey Jude no se sobrepasan nunca esas cinco líneas y su ‘carril’ –por así llamarlo- discurre entre una altura máxima de la nota Sol pegada a la cuarta línea (arriba) y una altura mínima de una nota Mi en primera línea (abajo).
4. En el aspecto rítmico destaca una cualidad que es fundamental para que una música tenga movimiento o, como vulgarmente se dice, “tenga marcha”. Se trata de la “agógica”, expresión que se refiere a las relaciones generales en la duración de las notas; al acento; a las pequeñas desigualdades, imperceptibles pero que dan vida; al “tempo” o velocidad con que se debe interpretar la obra: desde muy rápido hasta muy lento, pasando por todas las gradaciones intermedias.
En resumen, agógica es todo aquello relacionado con la variación del pulso rítmico en combinación con la melodía. Cuando hay obras diferentes que coinciden en el aspecto agógico, resultan ser de ritmo, tempo y movimiento muy parecidos, lo que les proporciona características similares en cuanto al “temperamento”, el “carácter” y la “vitalidad”. Son adjetivos tomados de la psicología humana, pero aplicables en música ya que en este terreno hay que hablar mediante metáforas. Si, además de coincidir en las premisas agógicas, las melodías se parecen como si fueran hijas de los mismos padres, ahí tenemos una certeza de que, si no hermanas, son por lo menos hermanastras.
Yo veo en todo lo dicho que ese “afilado viento” procedente de la obra de Gaspar Vivas ha ido a parar a la obra de McCartney, en la que ha “marcado su huella” de manera indeleble. Termino esta propuesta repitiendo que lo más importante de mi argumentación no está en las notas, sino en el “ambiente musical” melódico, rítmico y armónico, que envuelve a las dos obras. Esa agógica, esa similitud de estilo en general y esas repeticiones de melodías y acentos, para mí son suficientes y determinantes, esperando que también lo sean para quien me haya seguido en la exposición de mis argumentos.


Federico Soria.

Almería a 31 de enero de 2010.